¿Alguna vez has tenido una junta que duró mil años y en la que todos los presentes trataron de resolver todos los problemas del mundo? Después de varias horas de acalorada discusión acerca de todo y de nada, necesariamente llega el cansancio, la desilusión y sobre todo la frustración. Muchos equipos todos los días pierden su tiempo en reuniones semanales que resultan ser una mera pérdida de tiempo.
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